Javier  Duarte de Ochoa parece ser el más sorprendido por el clima de  descomposición social que se vive en Veracruz, estado que pretende  gobernar, sin encontrar la fórmula para hacerlo. 
El desconcierto es mayúsculo, ya que la situación política, financiera y de seguridad es peor de lo que imaginaba.
Nada  parece salirle bien al joven, pero inexperto, político que ganó los  comicios el cuatro de julio del año pasado y asumió el gobierno estatal  apenas el primero de diciembre, es decir nueve meses de gestión y peor  no podía estar el estado.
La violencia parece imparable y cada vez más las explosiones de la misma son un gran reto  para un gobierno que no encuentra la manera de combatirla.
Muertos  por doquier, enfrentamientos en la calle, secuestros, robos, asaltos y  fugas de reos de las cárceles, muestran un panorama terrible y caótico  para una entidad que es un paseo frecuente de turistas y para los  propios habitantes que viven presa del pánico.
Si  a eso se le agrega algunas expresiones de intolerancia de las  autoridades, como fue la aprehensión de un par de tuiteros que  difundieron información falsa y crearon mayor alarma  de la que ya hay, se verá que el clima en ese aspecto es sumamente terrorífico, casi dictatorial y persecutorio.
Pero  a ello se le puede aumentar la situación de casi quiebra financiera de  la entidad, donde algunas medidas adoptadas por el gobierno de Fidel  Herrera Beltrán, pero avaladas por el entonces secretario de Finanzas,  Javier Duarte, no rindieron las expectativas esperadas.
Como  si ello fuese poco, la aparición de constantes fenómenos naturales como  lluvias, tormentas tropicales y hasta huracanes, provocan constantes  inundaciones y dejan una serie de damnificados que requieren del auxilio  gubernamental, se verá que Duarte de Ochoa no tiene reposo.
A  eso hay que añadirle que las condiciones electorales que privaron en la  campaña del hoy gobernador eran adversas, por lo que se requirió de  jalar fuerzas aliadas de otros lados, se verá que la composición de su  equipo de trabajo no es de lo más óptimo.
Y  es que Gerardo Buganza Salmerón en la secretaría de Gobierno y Tomás  Ruiz González en la de Finanzas, son compromisos contraídos hasta que  sean promovidos como candidatos a cargos de elección popular el año  próximo.
El  procurador general de Justicia, Reynaldo Escobar Pérez, es también  parte de la herencia política que le dejaron a Duarte de Ochoa.
Pero  lo que parece más terrible es que el propio gobernador no parece  ajustarse a lo que es su labor como gobernante y muestra falta de  madurez en algunas cuestiones.
A  propósito del macabro rito de tirarle 35 cadáveres en la zona conurbada  de Veracruz-Boca del Río, el gobernante lamentó el hecho, pero dijo en  descargo de consciencia que se trataba de delincuentes, sin pruebas de  ello.
Eso  motivó que sus secretarios de Gobierno y procurador de Justicia,  realizaran también declaraciones temerarias o se espantaran con el  macabro acto.
El  primero declaraba que no conocía la identidad de los muertos, siete  horas después de que se habían hecho públicas algunas identificaciones.  El segundo peor todavía, justificaba el acontecimiento, diciendo que se  trataba de un enfrentamiento entre grupos de la delincuencia, pero que  la población no corría riesgo alguno y que la violencia ya se había  presentado en la zona sur, en la zona norte y ahora atacaba esa parte de  la zona conurbada, cuando una semana antes, un enfrentamiento en la  zona de restaurantes dejó seis muertos y antes de ello, habían ocurrido  otros hechos de sangre.
Por  eso, que nadie se llame sorprendido si en las próximas semanas el clima  de violencia que se vive en Veracruz se incrementa notablemente, dadas  las condiciones de asombro y desconcierto de las autoridades.
Mientras  la administración que encabeza Javier Duarte de Ochoa da grandes  muestras de no saber por dónde atacar, ni como contrarrestar el rápido  crecimiento de la delincuencia y mucho menos cuenta con los argumentos  suficientes para explicar lo que sucede en la entidad.
Son  muchos los ciudadanos que han preferido abandonar la entidad,  trasladándose a otros estados (Puebla, Hidalgo, Distrito Federal), donde  las condiciones de seguridad sean mejores.
Pero  si la zona turística de Veracruz-Boca del Río es un grave riesgo, la  Cuenca del Papaloapan, el área de la Mixtequilla y los límites del  estado con Tamaulipas, constituyen un grave riesgo para quienes circulan  por esas carreteras.
Veracruz  vive bajo un clima de terror y violencia que anticipa que en poco  tiempo podría desplazar a Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Guerrero,  como uno de los estados con mayores índices de criminalidad.
El  aviso ya está hecho por parte de la delincuencia y compete a las  autoridades evitar un nuevo foco infestado del crimen organizado.
DESISTIMIENTO DE EMILIO
Pocas  posibilidades de ser candidato presidencial tenía Emilio González  Márquez. Tal vez él y algunos pocos panistas conservadores lo llegaron a  creer, pero finalmente llegó el análisis frío y le mostró la realidad.
Por  eso, después de tanto jaloneo, el gobernador de Jalisco dio un paso  atrás y anunció su desistimiento de participar en la contienda interna  de su partido.
Eso sí, el mandatario estatal se puede dar el lujo de decir que sobrevivió a las declinaciones del secretario del Trabajo,  Javier Lozano Alarcón; de Economía, Heriberto Félix Guerra y de Educación Pública, Alonso Lujambio Irazábal.
Con ello, la contienda interna del PAN  se reduce a  tres  aspirantes, los legisladores con licencia Josefina Vázquez Mota,  Santiago Creel Miranda y el ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero  Arroyo, por lo que ahora la labor del dirigente nacional, Gustavo E.  Madero, se enfocará a buscar cuál de ellos se baja de la competencia y  quedan finalmente dos. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario