Durante varias décadas, el PRI fue el partido hegemónico y como tal el que más deserciones de militantes sufría.
El éxodo era frecuente y los candidatos presidenciales de oposición (con excepción del PAN) provenían de sus filas.
Desde que Juan Andrew Almazán se enfrentó a Manuel Ávila Camacho, el PRI y sus antecesores PNR y PRM, nutrían a la oposición. Ezequiel Padilla y Jesús Agustín Castro compitieron con Miguel Alemán, Miguel Henríquez Guzmán y Vicente Lombardo Toledano lo hicieron contra Adolfo Ruiz Cortines.
Luego de un receso de varias décadas, en 1982, Manuel Moreno Sánchez s enfrentó en las urnas al priista Miguel de la Madrid Hurtado, con malos resultados.
Para 1988, Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del fundador del PRM (antecedente directo del PRI), se enfrentó desde la oposición a Carlos Salinas de Gortari y repitió la historia en 1994 contra Ernesto Zedillo y en el año dos mil en que el PRI fue derrotado y desalojado de Los Pinos por el PAN.
En 2006, 2012 y 2018, el ex militante del PRI que contendió contra ese partido es Andrés Manuel López Obrador, enfrentándose a Roberto Madrazo Pintado, Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade Kuribreña, quedando se segundo lugar ante el ganador en los dos primeros proceso electorales en que ganó el panista Felipe Calderón Hinojosa y el priista Enrique Peña Nieto, respectivamente y a la espera de los resultados del próximo primero de julio del 2018.
Durante ese lapso, el partido tricolor también fue el principal nutriente de los otros partidos, PAN y PRD, con lo que una larga lista de ex militantes se convirtió en gobernadores con otras siglas.
Los ex priistas confirmaron, en la mayoría de los casos, que los dirigentes tricolores se equivocaron al no designarlos candidatos,
Ricardo Monreal, Héctor Ortiz, Leonel Cota, Arturo Núñez, Miguel Ángel Yunes, Rafael Moreno Valle, Gabino Cué, Mario López Valdez, Juan José Sabines, Pablo Salazar, Ángel Aguirre, Antonio Echavarría Domínguez, José Rosas Aispuro, Carlos Joaquín, Alfonso Sánchez Anaya, entre otros gobernantes salieron de las filas del PRI para convertirse en candidatos de la oposición y ganar los comicios.
La sangría del priismo era evidente, especialmente las de 1952, 1988 y finales de la década de los 90.
Ex dirigentes partidistas nacionales y estatales se diseminaron a la izquierda y a la derecha, algunos con mayor fortuna que otros.
Parecía que los priistas continuarían siendo la fuente nutriente de la oposición, considerando que su candidato presidencial para la contienda de 2018 no milita en el organismo político y hasta ahora se muestra como simpatizante de este partido.
La nominación de José Antonio Meade Kuribreña motivó descontento entre un grupo de priistas a los que desconcertó que un extraño llegase como su abanderado, por lo que manifestaron su molestia.
Ya antes de ello, esos mismos ex dirigentes, ex gobernantes y simples militantes se inconformaron con las decisiones de la asamblea del partido que abrió las puertas a la posibilidad de nominar a un ajeno a la militancia y simpatías hacia el partido.
Se presentaba como un panorama desolador para los priistas, con un candidato presidencial ajeno, con la insatisfacción de un par de los prospectos dejados en el camino, el insubordinamiento de militantes y el germen de la envidia corroyendo a otros.
Comenzaron los acercamientos, las negociaciones, los ofrecimientos, las incorporaciones y las promesas y todo pareció disolverse.
No sucedió lo mismo en Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, los que se aliaron para nominar al entonces presidente del PAN, Ricardo Anaya Cortés, como su candidato presidencial.
Ex panistas y ex perredistas son los principales desertores de sus ex partidos y, la mayoría, pasa a engrosar las filas de MORENA, principalmente, aunque otros expresan su simpatía para el PRI.
La sangría del PAN es manifiesta y varios de sus ex militantes se convirtieron en candidatos de MORENA.
El efecto resentido en el priismo en el pasado, se reproduce ahora en el panismo, cuando personajes como los senadores Gabriela Cuevas y José María Martínez, el diputado federal Joaquín Díaz Mena, el ex dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cazares, la ex diputada federal Tatiana Clouthier y otros cuadros se sumaron a MORENA.
Otros como los ex gobernadores Alberto Cárdenas y José Guadalupe Osuna, además de la candidata presidencial independiente, Margarita Zavala, el ex diputado Jorge Camacho y otros más se suman al proyecto de la esposa de Felipe Calderón.
El senador Javier Lozano es vocero del candidato priista José Antonio Meade y otros como Ernesto Cordero, Roberto Gil y algunos más se niegan a respaldar al candidato de su partido, Ricardo Anaya Cortés.
Las deserciones en el PAN son las que más abundan antes de iniciar las campañas, ya que la de los perredistas sucedió antes de ello, cuando MORENA consolidó su proyecto presidencial.
Claro que en esta danza de saltimbanquis y chapulines faltan los priistas que estiran la liga hasta lo que más resista, esperando que aquellos que no sean candidatos a diputados y senadores no tengan ya espacio en otros partidos.
Desde que Juan Andrew Almazán se enfrentó a Manuel Ávila Camacho, el PRI y sus antecesores PNR y PRM, nutrían a la oposición. Ezequiel Padilla y Jesús Agustín Castro compitieron con Miguel Alemán, Miguel Henríquez Guzmán y Vicente Lombardo Toledano lo hicieron contra Adolfo Ruiz Cortines.
Luego de un receso de varias décadas, en 1982, Manuel Moreno Sánchez s enfrentó en las urnas al priista Miguel de la Madrid Hurtado, con malos resultados.
Para 1988, Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del fundador del PRM (antecedente directo del PRI), se enfrentó desde la oposición a Carlos Salinas de Gortari y repitió la historia en 1994 contra Ernesto Zedillo y en el año dos mil en que el PRI fue derrotado y desalojado de Los Pinos por el PAN.
En 2006, 2012 y 2018, el ex militante del PRI que contendió contra ese partido es Andrés Manuel López Obrador, enfrentándose a Roberto Madrazo Pintado, Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade Kuribreña, quedando se segundo lugar ante el ganador en los dos primeros proceso electorales en que ganó el panista Felipe Calderón Hinojosa y el priista Enrique Peña Nieto, respectivamente y a la espera de los resultados del próximo primero de julio del 2018.
Durante ese lapso, el partido tricolor también fue el principal nutriente de los otros partidos, PAN y PRD, con lo que una larga lista de ex militantes se convirtió en gobernadores con otras siglas.
Los ex priistas confirmaron, en la mayoría de los casos, que los dirigentes tricolores se equivocaron al no designarlos candidatos,
Ricardo Monreal, Héctor Ortiz, Leonel Cota, Arturo Núñez, Miguel Ángel Yunes, Rafael Moreno Valle, Gabino Cué, Mario López Valdez, Juan José Sabines, Pablo Salazar, Ángel Aguirre, Antonio Echavarría Domínguez, José Rosas Aispuro, Carlos Joaquín, Alfonso Sánchez Anaya, entre otros gobernantes salieron de las filas del PRI para convertirse en candidatos de la oposición y ganar los comicios.
La sangría del priismo era evidente, especialmente las de 1952, 1988 y finales de la década de los 90.
Ex dirigentes partidistas nacionales y estatales se diseminaron a la izquierda y a la derecha, algunos con mayor fortuna que otros.
Parecía que los priistas continuarían siendo la fuente nutriente de la oposición, considerando que su candidato presidencial para la contienda de 2018 no milita en el organismo político y hasta ahora se muestra como simpatizante de este partido.
La nominación de José Antonio Meade Kuribreña motivó descontento entre un grupo de priistas a los que desconcertó que un extraño llegase como su abanderado, por lo que manifestaron su molestia.
Ya antes de ello, esos mismos ex dirigentes, ex gobernantes y simples militantes se inconformaron con las decisiones de la asamblea del partido que abrió las puertas a la posibilidad de nominar a un ajeno a la militancia y simpatías hacia el partido.
Se presentaba como un panorama desolador para los priistas, con un candidato presidencial ajeno, con la insatisfacción de un par de los prospectos dejados en el camino, el insubordinamiento de militantes y el germen de la envidia corroyendo a otros.
Comenzaron los acercamientos, las negociaciones, los ofrecimientos, las incorporaciones y las promesas y todo pareció disolverse.
No sucedió lo mismo en Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, los que se aliaron para nominar al entonces presidente del PAN, Ricardo Anaya Cortés, como su candidato presidencial.
Ex panistas y ex perredistas son los principales desertores de sus ex partidos y, la mayoría, pasa a engrosar las filas de MORENA, principalmente, aunque otros expresan su simpatía para el PRI.
La sangría del PAN es manifiesta y varios de sus ex militantes se convirtieron en candidatos de MORENA.
El efecto resentido en el priismo en el pasado, se reproduce ahora en el panismo, cuando personajes como los senadores Gabriela Cuevas y José María Martínez, el diputado federal Joaquín Díaz Mena, el ex dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cazares, la ex diputada federal Tatiana Clouthier y otros cuadros se sumaron a MORENA.
Otros como los ex gobernadores Alberto Cárdenas y José Guadalupe Osuna, además de la candidata presidencial independiente, Margarita Zavala, el ex diputado Jorge Camacho y otros más se suman al proyecto de la esposa de Felipe Calderón.
El senador Javier Lozano es vocero del candidato priista José Antonio Meade y otros como Ernesto Cordero, Roberto Gil y algunos más se niegan a respaldar al candidato de su partido, Ricardo Anaya Cortés.
Las deserciones en el PAN son las que más abundan antes de iniciar las campañas, ya que la de los perredistas sucedió antes de ello, cuando MORENA consolidó su proyecto presidencial.
Claro que en esta danza de saltimbanquis y chapulines faltan los priistas que estiran la liga hasta lo que más resista, esperando que aquellos que no sean candidatos a diputados y senadores no tengan ya espacio en otros partidos.
VIGENTE DENUNCIAS EN MORELOS
Las denuncias en Morelos contra dos de los tres principales candidatos al gobierno del estado se mantienen vigentes y podrían tirar por la borda sus posibilidades de gobernar.
Cuauhtémoc Blanco, abanderado de la alianza que encabeza MORENA, se encuentra al frente de todas las encuestas, pero no se terminan sus problemas legales, mientras que Alejandro Vera, ex rector de la Universidad de Morelos, se ubica en tercer lugar y enfrenta acusaciones sobre peculado y enriquecimiento ilícito por parte de la Fiscalía del estado.
Cuauhtémoc Blanco, abanderado de la alianza que encabeza MORENA, se encuentra al frente de todas las encuestas, pero no se terminan sus problemas legales, mientras que Alejandro Vera, ex rector de la Universidad de Morelos, se ubica en tercer lugar y enfrenta acusaciones sobre peculado y enriquecimiento ilícito por parte de la Fiscalía del estado.
Email: ramonzurita44@hotmail.com
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