Enfrascados
en la selección de los coordinadores de sus respectivas bancadas en el
Congreso de la Unión, los distintos partidos representados en las dos
cámaras que lo componen, entran en la etapa final de su decisión.
Cada
uno de esos partidos negocia con las corrientes y grupos que llegaron
con sus siglas tanto al Senado de la República como a la Cámara de
Diputados.
De
acuerdo a anteriores comentarios publicados en este espacio, la
decisión perredista se torna la más complicada por el número de
aspirantes y de corrientes (tribus) que se aglomeran al interior del
partido.
Contrario
a ello, la disputa por el control de la bancada priista en la Cámara de
Diputados parece la más tersa, toda vez que solamente existen dos
aspirantes visibles, cuál más de ellos con carreras políticas exitosas y
entre los que su partido deberá elegir al coordinador de la bancada más
grande de este partido en los últimos 15 años y la presidencia de la
Cámara de Diputados para el primer año legislativo.
Jesús
Murillo Karam y Manlio Fabio Beltrones Rivera, forman esa dupla de
futuros diputados priistas entre el que saldrá el coordinador de la
bancada de más de 240 diputados y de quien entregará la banda
presidencial al nuevo Presidente de la República.
La
única duda radica en si Murillo Karam se quedará en la Cámara de
Diputados o sus servicios serán necesarios en el gabinete presidencial,
si Enrique Peña Nieto es confirmado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como el ganador de los comicios del primero de julio.
La
relación del hidalguense con el mexiquense es sumamente conocida y fue
el primero el coordinador electoral del segundo en la campaña por el
gobierno del Estado de México.
Ese
fue el surgimiento de Peña Nieto como figura pública nacional, ya que
rebasó su ámbito local y se convirtió en un personaje político atractivo
para todos los ciudadanos.
Desde
entonces, Murillo Karam se convirtió en uno de los principales asesores
en el tránsito hacia la candidatura presidencial y ahora con su
nombramiento como encargado de las cuestiones jurídicas del partido y su
candidato, se ratifica la confianza depositada en él.
Con
amplia experiencia en el sector público y en los cargos de elección
popular, Murillo Karam se ha desempeñado en un par de ocasiones como
diputado federal, dos más como senador, otra como gobernador.
Fue
subsecretario de Gobernación, oficial mayor de la secretaría de la
Reforma Agraria, secretario de Gobierno en Hidalgo y secretario general
del CEN del PRI.
Es
un político recio, con temple y experiencia, al que no le tiembla la
mano. Cuenta con amplios recursos para el debate y la discusión pública,
en el terreno que se lo planteen, es buen organizador y cuenta con la
confianza de quien sería el Ejecutivo federal, en caso de ser confirmado
por las autoridades.
Murillo
podría ser el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados
y como tal entregar la banda presidencial de un Presidente de la
República surgido del PAN a uno militante del PRI, su propio partido.
Como
ese evento tiene tintes de no ser tan terso como se esperaba, Murillo
Karam tiene la capacidad, energía y conocimiento para llevarlo en orden,
de acuerdo al reglamento.
Sus
detractores lo consideran de línea y mano dura, por lo que lo ubican en
alguna secretaría que concuerde con sus rasgos. Las apuestas van desde
la secretaría de Gobernación (la disputaría con su paisano Miguel Ángel
Osorio Chong) pasando por la Procuraduría General de Justicia y la
secretaría de Seguridad Pública federal.
Con
todo y ello le alcanzaría para presidir la Cámara de Diputados los
meses de septiembre, octubre y noviembre y entregar la banda
presidencial el primero de diciembre y después incorporarse al servicio
público federal.
El
otro personaje es el mencionado Manlio Fabio Beltrones Rivera, uno de
los políticos priistas mejor posicionados y quien logró reinventarse en
los años recientes.
Durante
largo tiempo se tejió una imagen tenebrosa del sonorense, en la que se
le involucraba en todo tipo de asuntos, desde el manejo de la
información política (herencia de su maestro Fernando Gutiérrez
Barrios), pasando por supuestos tratos con sujetos de mala fama que lo
habían convertido en un personaje a seguir por el gobierno
estadounidense.
Nada
de eso existía, pero luego se tejió otra leyenda negra de Manlio
vinculada al crimen de Luis Donaldo Colosio y la supuesta conversación
con Aburto en la playa de Tijuana.
Manlio
Fabio logró concertar una de las carreras políticas más exitosas,
siendo diputado, senador y gobernador antes de cumplir los 40 años de
edad.
Fue
subsecretario de Gobernación, dirigente del sector popular del PRI,
diputado y senador una vez más, incluso presidiendo ambas cámaras, en
sus respecticos momentos.
Manlio también está vinculado con la línea dura del partido en que milita, aunque su manejo dentro y fuera es siempre terso.
Participó
en la disputa por la candidatura presidencial, aunque cuando advirtió
que los saldos no le favorecían se hizo a un lado y eso le otorgó otro
bono político que puede conducirlo coordinar la bancada de su partido o
hasta incorporarse a una tarea de la administración pública federal.
Curiosamente
Manlio nunca pudo coordinar los trabajos de su bancada en la Cámara de
Diputados, ya que primero le ganó Elba Esther Gordillo y después Emilio
Chuayffet Chemor.
Ahora
puede ser su oportunidad, aunque como presidente de la Cámara de
Diputados mostró control en las sesiones y estas transcurrieron dentro
de los límites permisibles, sin grandes escándalos.
Por eso los priistas tienen la moneda en el aire, ¿Manlio o Jesús?
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